El Rosario está compuesto por veinte "misterios" (acontecimientos,
momentos significativos) de la vida de Jesús y de María, divididos desde la
publicación de la Carta apostólica
Rosarium
Virginis Mariae, en cuatro "rosarios".
El primer "rosario" comprende los misterios gozosos (lunes y
sábado), el segundo los luminosos (jueves), el tercero los dolorosos
(martes y viernes) y el cuarto los gloriosos (miércoles y domingo).
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LOS MISTERIOS DEL SANTO ROSARIO
Primer Misterio Gozoso:
La Encarnación del Hijo de Dios
«Al sexto mes el ángel Gabriel fue
enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen
desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; el nombre
de la virgen era María» (Lc 1,26-27).
«La anunciación de Maria inaugura la
plenitud de "los tiempos" (Gál 4,4), es decir, el cumplimiento
de las promesas y de los preparativos» (CIC, 484).
Después de una breve pausa de
reflexión, un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria.
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¿Cómo se reza el Rosario?
En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Dios mío, ven en mi auxilio. Señor,
date prisa en socorrerme. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era
en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Se enuncia en cada decena el
"misterio", por ejemplo, en el primer misterio:
"La Encarnación del Hijo de Dios".
Después de una breve pausa de reflexión,
se rezan: un Padre nuestro, diez Avemarías y un Gloria.
A cada decena del "rosario" se
puede añadir una invocación.
A la final del Rosario se recita la Letanía
Lauretana, u otras oraciones marianas.
Padre nuestro,
que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu
reino, hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro
pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y
líbranos del mal. Amén
Dios te Salve, María,
llena eres de gracia, el Señor está contigo. Bendita tú eres entre
todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre
de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra
muerte. Amén
Gloria al Padre y al Hijo y
al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre, por los
siglos de los siglos. Amén.
Dios te Salve, Reina y Madre
de
misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y
llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y, después de este
destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh
clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
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